L’Alt Maestrat propone un verano tranquilo y sosegado

Albocàsser, Culla, Benassal, Ares y Catí son localidades para desconectar

En el Portal de l’Alt Maestrat, en el ermitorio de Sant Pau d’Albocàsser, la chopera resiste cualquier canícula. Allí se encuentra la oficina de turismo que abre las puertas a las grisallas de Sant Pau, una visita por las ermitas dels Sants Joans, Sant Pere Màrtir, Sant Miquel, l’Esperança o un recorrido por las calles de lo que fue el antiguo castillo de Albocàsser, donde se asientan ahora las calles de La Vileta. También desde allí informan de cómo visitar las pinturas rupestres y es que el barranc de La Valltorta tiene su inicio en Albocàsser.


Carretera arriba, camino de Culla, parada obligada en las antiguas minas de hierro Victoria Esperanza, entre La Torre d’En Besora y Culla. Allí se descubren kilómetros de galerías. Seguidamente se pasa junto a uno de los árboles más espectaculares de la Comunitat Valenciana: la Carrasca de Culla. Esta localidad está catalogada como uno de los Pueblos Más Bonitos de España y su castillo se impone en la silueta de unas calles que invitan al serpenteo y están llenas de historia.

Siguiendo la ruta, las curvas llevan al Rivet de Benassal, un bosque centenario de encinas donde puedes refrescarse tan solo con respirar y también en la piscina. Un par de kilómetros separan esta zona del manantial de Agua de Benassal, una de las mejores aguas del mundo. Y bajanda llegas a Benassal, un municipio para callejear y descubrir el horno restaurado, el castillo de la Mola, las torres de la muralla medieval o los lugares bombardeados en la Guerra Civil. Todo ello rodeado de avellanos.

De Benassal hacia Ares, con parada en las pinturas rupestres de la Cova Remígia. Subiendo por el Coll d’Ares se puede visitar los molinos harineros del barranc dels Molins. En lo alto, el castillo y la silueta de Ares, un pueblo donde dar una vuelta a su mole rocosa permite conocer las ruinas de la antigua fortificación, observar su lonja o contemplar la fachada barroca de la iglesia. Saliendo de Ares camino de la Mola se llega a la Font dels Regatxols, donde se conserva un ejemplo único de nevera medieval.

Y desde lo alto de Ares hacia Catí, emulando a los peregrinos que cada año suben a Sant Pere de Castellfort. Catí esconde entre sus casas palacios medievales, la antigua lonja, su museo histórico, sus relojes de sol, sus tejados con grandes voladizos o el ‘carreró del Vent’. Y al otro extremo de la montaña se encuentra otro de los manantiales más apreciados de l’Alt Maestrat, que ofrece el agua de l’Avellà.