Cabanes cuenta con playas kilométricas y solitarias

Torre de la Sal, la Cudolá y del Quarter Vell, principales atractivos

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Dos parques naturales en pocos kilómetros. Fusión de escarpadas montañas, humedales y playas vírgenes. Es lo que ofrece Cabanes a los visitantes. Recorrer la Vía Augusta y pasar por el Arco Romano o zambullirse en agua cristalina en la playa de Torre la Sal y todo en pocos kilómetros. Cabanes es mezcla perfecta de interior y playa.

Junto al Mediterráneo, el poblado de Torre la Sal permite adentrarse en un antiguo poblado de pescadores que varaban sus barcas junto a la playa. Un paseo relajante con la puesta de sol con el castillo de Miravet de fondo, divisar el mar infinito u observar las aves más singulares en parque natural del Prat de Cabanes-Torreblanca, donde el agua dulce convive con el agua salada a pocos metros de distancia.

La playa de Torre la Sal, la Cudolá o la playa del Quartell Vell son ejemplos de playas solitarias y kilométricas con piedra y arena en estado virgen. La costa de Cabanes ofrece más de seis kilómetros de playas sin urbanizar. Pocas quedan.

junto al mar, torres vigía

Junto al mar el Prat de Cabanes las torres vigía permiten realizar un recorrido por estos puntos de avistamiento. La Torre de la Sal, la Torre del Carmen, la Torre dels Gats, el Carmelet o la iglesia fortaleza de Albalat son solo algunos ejemplos. Si se es más avezados se puede subir hasta el castillo de Miravet o adentrarse en el bosque mediterráneo e ir hasta la ermita de Les Santes, a medio camino entre Cabanes y el mar. El Prat de Cabanes es una muestra de convivencia de animales y hombres. La extracción de la turba, la trashumancia, las aves que allí anidan… un paisaje a medio camino entre la naturaleza y la antropización. El Prat de Cabanes casi se une con el parque natural del Desert de les Palmes, que Cabanes comparte con Benicàssim.

Desde sus atalayas se contemplan impresionantes vistas. Hacia el mar, el Mediterráneo, hacia el interior, la Plana de l’Arc, y al fondo el Penyagolosa. Cabanes ha sabido conservar sus costas, sus paisajes, el poblado de Torre la Sal para ofrecer un rincón único en la costa de Castellón, un rincón donde sus hombres y mujeres han sabido mantenerse en harmonía con la naturaleza.

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